viernes, 4 de marzo de 2011

UN INSTANTE FUGAZ, PARA REGRESAR A LA VIDA







El artista está descalzo. Sus pies recorren una habitación ni muy grande ni muy pequeña, bien bañada por la luz del sol, en una tarde de comienzos de otoño. Su poblada cabeza ha sido cubierta con cenizas, y también sus mejillas. En su deambular, le enseña a su amante-una amante que alguien creó para él-los secretos para que ella logre plasmar en la tela, la imagen que ella tiene en mente, la de un hombrecillo envuelto en un manto de vetas ocre y marrón, vuelto de espaldas a todas las miradas. En ese mismo instante, alguien ve en su mente a Gubelin cabeza abajo, y sabe que puede compartir de manera fraterna, esa impresión con el artista. Tan sólo debe cerrar sus ojos y concentrarse en esa imagen, las voces y chillidos perturbadores, provenientes del exterior ,deben ser sofocados, sólo es menester escuchar la música que nace del espíritu, y todas las vibraciones que emanan de éste, serán los que permitirán al aprendiz, sentir autoconfianza, y, ver lo que se ha logrado tras esa expansión prodigiosa, de ese encuentro con uno mismo, tarea exquisita. Y digo aprendiz, porque, el artista ya maduro, moldea sus emanaciones espirituales a su antojo, con total libertad, flexibilidad y deleite.

El artista de las cejas como colinas, y ojos como goterones de azúcar quemada, conduce con su propìa mano, la mano delicada y algo trémula de la amante, por si acaso algo técnicamente estuviera fallando. Se detienen un instante, para que ella pueda rodear con su brazo, la cintura desnuda del pintor. Es un gesto de amor y calor , que algún pobre y triste poeta solitario le obsequió, compañero que oye el ruido tosco que hacen las pesadas cruces al caer, cuando las almas ya rendidas se entregan al sollozo, en algunos casos, y en otros, ha de comtemplar a corta distancia al que se pasea incesante, afligido a veces, delirante otras, con continuos espasmos de creatividad, genialidad y estelaridad. y en cuyos ojos se reflejan otros planetas y otros cometas. Espectros, sombras posesivas y figuras siniestras que los relámpagos caprichosamente emulan , sólo se pavonean frente al artista consumado, y no frente a las rústicas muchedumbres, siempre cínicas, oclusas y chismosas, pero teniendo en cuenta que si no fuera de ésta forma vulgar, no se podrían destacar las más bellas azucenas del jardín, de las hierbas malas y los abrojos. Y el poeta se confraterniza con el pintor..porque a fin de cuentas, el pintor también es poeta, y el poeta, es un artista plástico, pero en diferente plano.

¿Cómo es eso de que alguien vio al artista Barrett en un paraje con aspecto casi de páramo, de espaldas al sol y de pie, mirando hacia la nada o buscando algún horizonte, vestido con pantalones ensanchados hacia los tobillos, una rodilla más flexionada que la otra, y una sóla pierna que aún busca una pata de conejo y un reloj de bolsillo antiguo?.

Ese alguien que le vio, pues, lloró, pero no le salieron lágrimas de los ojos, sino del músculo cardíaco, que son esas lágrimas que saben a ajenjo, bardana, pulpa de alóe e interminable soledad. Luego le vio otra vez; la misma imagen, sólo que más anciano y más compañero de la brisa, pero aún buscando su pata de conejo y su reloj de bolsillo antiguo. A lo lejos alguien oyó una musiquilla: no era música psicodélica, no era rock. Era algo más simple; la musiquita de un carrito afilador de tijeras.

Por un instante alguien dejó de lado su congoja y se sintió algo más animado; notó que repentinamente, curiosamente, algo mudó o renació dentro de sí; Ah!-pensó- ¿Es que por un breve instante regresé a la vida?. Claro!-continuó- fui capaz de..crear. Alguien recordó algo, en un tiempo muy lejano, perdido, y sin posibilidad de provecho..recordó cuando la hoja dónde estaba impreso un poema de Federico García Lorca, quedó mojada, arrugada y debilitada, por las lágrimas que sobre ella cayeron, las rosas de Federico florecieron un breve instante, se humedecieron, luego se volvieron a marchitar y a su sepulcro regresaron.

Alguien había creado. Alguien se entusiasmó. Alguien vislumbró una luz en el horizonte. Alguien se refugió..en la esperanza. Alguien creyó aún más en el artista Barrett. Alguien se enterneció. Alguien supo que el artista Barrett se mantenía de pie en medio de los páramos solitarios, con una rodilla más flexionada que la otra, siempre buscando su pata de conejo, su antiguo reloj de bolsillo y su arañita en el techo. Y en medio de esos páramos, los vientos son sensibles, transparentes, no contaminados, sonoros en alta frecuencia, laberínticos, retorcidos, egoístas para ofrecer una respuesta a tantas interrogantes acumuladas y cubiertas de polvo. Los vientos y las brisas-esas muchachas loquillas que hacen explotar a los poetas de gozo en sus instantes más fértiles de explosión creativa- serán la fiel compañía de alguien el día y la eterna noche que sobrevendrá sin levantar un dedo inquisidor hacia la soledad, porque ella no será peste y alergia que causan las muchedumbres, ni el moho ni la sombra, rostro y figura del encierro, ni muebles añejos ni bultos móviles a la vez que inamovibles. Que bendición sería quitar todos esos bultos de la vista!

Alguien dice que el loco merece una oportunidad para estar loco. El viejo artista lo supo, lo supieron las delicadas muselinas y terciopelos que se mezclaron en su paleta. Los vientos, las brisas, los castillos medievales de Cambridge, un báculo y un antiguo reloj de bolsillo. Y un florero arruinado y resquebrajado. Y una antigua pócima mágica, creada por un malvado hechizero.

Ah..el día llegará..-dijo alguien.

Cuando viejo renaceré...y crearé..y aprenderé a oír con más tacto a éste corazón. Hoy tuve una bendición: renací por un instante, y ví la luz penetrante, abarcarme todo. Mañana volveré a la tediosa oscuridad de un cuartucho de esclavo. Mañana viejo renaceré, Mr.Barrett, ¿merezco esa oportunidad, verdad?.
aclaración: el mandala azul no es una obra de Roger Barrett

No hay comentarios:

Publicar un comentario